Poesía

Elegía sobre la Tumba.Elegy over a tomb, Edward Herbert of Cherbury.

Entonces debo ver a la Eterna Noche
Sentado sobre aquellos ojos encantadores,
Cerrando suavemente sus resplandores,
Que una vez se alzaron en fulgor radiante,
Y cuyos soles supieron probar la existencia
Del Conocimiento y del Amor?

Oh, si usted no desea permanecer
En este plano bajo y terrenal,
Eligiendo aquella plena herencia inmortal;
Al menos decídnos, se lo rogamos;
Dónde están todas las Bellezas,
Hoy coronadas de cenizas,
Que un día fueron concedidas.

¿Ha renovado el sol con vuestros ojos su resplandor?
¿Las olas han trenzado vuestro cabello con nuevo color?
¿Ha restaurado usted, junto al cielo y el aire,
El rojo, el blanco, y el azul?
¿Ha sido usted, con magnífica elegancia,
Quién ha vestido a las rosas con su fragancia?

¿Se han retirado las luces del cielo a sus nichos,
O bien reposan en vuestro privado lecho?
¿El cielo y el aire no deben conspirar,
Y en sus altas bóvedas llorar?
¿Todas las rosas que de la tierra pueden brotar,
Habrán de ser sólo hierbas muertas en el trigal?

¿No cederemos a ninguna causa
Mientras otros ahogan sus lamentos?
Ha cambiado el curso de nuestros ancestros,
Y sus leyes yacen bajo el agua.
Tus Bellezas no han podido revivirlos,
Ni arrancarlos del páramo del olvido.

Decídnos, pues los oráculos aún deben ascender
Por aquellos que se agitan en sus tumbas,
Decídnos en dónde se encuentran las bellezas,
Y cuáles son sus intenciones;
Decídnos aquello que nuestra pena calla
Y nuestra esperanza alivia.
Edward Herbert of Cherbury
 
 
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FAUSTO ( LIBRO DE GOETHE)

La obra empieza con una escena en el cielo, en la que Dios y Mefistófeles, el Diablo hacen una apuesta, el la cual se estipula que Mefistófeles podrá sacar del buen camino al doctor Fausto, cosa que Dios no cree posible.
El doctor Fausto se encuentra pensando en su habitación, y su discípulo Wagner viene a buscarle para recordarle que pronto vendrán los días de fiesta, Fausto se sienta en una roca, y ve a un perro negro que aparenta estar perdido, se encariña con el perro, y al encontrarlo inofensivo, decide llevarlo a casa.
Al llegar a casa este perro que Fausto recogió resulta ser Mefistófeles, y hablar por un buen rato acerca de los placeres de la vida mundana, pero luego de unos momentos Mefistófeles engaña a Fausto y se va, prometiendo volver.
A su vuelta, Fausto y Mefistófeles hablan con mayor confianza, y llegan a un pacto: Fausto acepta dar su alma al diablo, si este es capas de proporcionarle los más intensos placeres de la vida mundana, y se estipula que al llegar el placer a la intensidad en la cual Fausto no pueda soportarlo y decida detenerse y vivir ese momento eternamente, podrá morir.
Salen así Fausto y Mefistófeles a su loca empresa, y acuden a buscar a una vieja bruja servidora de Mefistófeles, y le piden que le de a Fausto una pócima para que Fausto. Durante su estadía en la casa de la bruja, Fausto ve en un espejo la imagen de una mujer con la cual se impresiona bastante, a causa de su hermosura, y exige a Mefistófeles como parte de su trato que le permita conocerla.
Fausto, profundamente enamorado, pide a Mefistófeles ayuda para conquistar a tan linda señorita, pero este le responde negativamente, y se justifica en el echo de que Margarita es una persona libre de pecado, y el no tiene ningún poder sobre ella; a cambio le ofrece ir a su habitación para poder disfrutar por un instante de su espacio.
Ya en la habitación de Margarita, Fausto envía a Mefistófeles en busca de un cofre lleno de alhajas y espectaculares joyas para regalarle a su amada, y poder así abonar el terreno para un futuro.
Se van de la habitación y llega Margarita, y al encontrar el cofre lleno de joyas queda profundamente consternada y a la ves complacida, pero se lo cuenta a su madre; y esta ve algo de impío en este extraño suceso y decide contárselo a su confesor, y este le recomienda ceder estas joyas a la iglesia, ya que de seguro algo de diabólico tenia que haber en ellas.
Unas noches después, Fausto y Mefistófeles tienen una riña con Valentín, hermano de Margarita, y le dan muerte. Ellos huyen, pero Valentín no esta completamente muerto. Margarita sale a su auxilio, y con sus ultimas fuerzas Valentín maldice a Margarita y le augura un mal futuro.
En una catedral se encontraba Gretchen (Margarita) y es profundamente atormentada por un espíritu maligno, que la maldice y le hace ver lo pecadora que fue.
Mientras esto pasaba, Fausto Y Mefistófeles van a la noche de Walpurgis, confusa parte de la obra en la que Fausto y Mefistófeles hablan acerca de Margarita, y luego de terribles acontecimientos Fausto sale con prisa en busca de Margarita, la cual se encuentra en prisión.
Llegan a la prisión, y se encuentran con el triste hecho de que Margarita será ejecutada la mañana siguiente, y deciden partir, pero Margarita no se van con Fausto, debido a que este estaba acompañado por Mefistófeles, y esto le parecía insoportable. Se van así Fausto y Mefistófeles y dejan a Margarita a su suerte; y este es el fin de la primera parte.

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